(San Francisco, California, 24 de febrero de 1955 – Palo Alto, California, 5 de octubre de 2011)
No hay, en esencia, nadie que pueda ocupar el lugar de privilegio que Steve Jobs deja en Silicon Valley, la meca de la tecnología. Aparecerán imitadores pero no habrá réplicas, como recalca David Pogue en 'The New York Times'. Dicho de otra forma, en palabras del inversor de capital riesgo Fred Wilson, con la muerte de Jobs se han perdido cosas pero se ha ganado una leyenda que inspirará a mucha gente en el futuro.
El fundador de Apple deja un legado de éxito en uno de los sectores más boyantes -quizá el primero- de la economía mundial. Lega una compañía en su punto álgido con personas de gran talento que la guiarán hacia el futuro. Aventurarse es arriesgado, pero no es probable que Apple pase apuros para repetir innovaciones y éxitos a lo largo de la próxima década, mucho menos con una gestión adecuada.
Silicon Valley es hoy más que nunca el centro del desarrollo tecnológico mundial. No hay otra región de EEUU ni otro país del mundo que le haga sombra. En 'el valle' han nacido y crecido compañías como Apple, Microsoft, Google, Facebook o Twitter. Ni siquiera los rivales asiáticos son capaces de acercarse a la competencia estadounidense si no es a través de acuerdos o tecnología desarrollada por dichas empresas, como es el caso de Samsung o HTC.
No hay nadie que pueda ocupar el lugar de Jobs porque no existe otro consejero delegado con su entusiasmo, pasión por el trabajo, tinte dictatorial, nivel de autoexigencia y al mismo tiempo carisma y cercanía. Alguien capaz de exigir el producto perfecto un lunes, descartarlo la semana siguiente, mejorar un detalle entre tanto y por el camino llamar a un periodista para charlar sobre su último artículo.
Un trono vacío
Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, estuvo cerca de Jobs durante sus últimos años de vida. Pero a sus 27 años carece del aura y el carisma que el fundador de Apple tenía a su edad. Suma otras grandes virtudes, como la pasión por el trabajo o su facilidad para la programación y para anticipar el futuro. Pero ahora mismo parece más preocupado por la competencia que por volver a la senda del futuro. ¿Qué haría Jobs en su lugar? Probablemente mirar mucho más allá de las redes sociales.
Larry Page, fundador y ahora presidente ejecutivo de Google, apenas sale en la prensa, casi no se deja ver en público y resulta hermético. Su estrategia es totalmente distinta a la que siguió Jobs, lo que no quiere decir que no sea exitosa, pero es incomparable. Está a la cabeza del líder de Internet, un líder opaco y transparente a la vez del que su fundador es un perfecto reflejo. Pero nunca se presentaría ante una gran audiencia con el carisma de Jobs ni podría liderar una reunión ante el presidente de Estados Unidos. ¿Qué haría éste en su lugar? Casi con seguridad trabajaría para ganarse al público y así convertirse en una figura de referencia. Por una sencilla razón: es algo que vende.
Jeff Bezos, fundador de Amazon, tiene en sus manos la mayor tienda de comercio electrónico del mundo y ha demostrado su capacidad para crear tecnología sencilla y cómoda. Esta Navidad, su Kindle Fire se las verá directamente con el iPad. Sabe escoger el momento adecuado para colocar sus productos en el mercado y es capaz de presentarlos él mismo con soltura. Pero aunque no es tan opaco como Page, le falta la capacidad de hacer malabares de Jobs para sujetar a su compañía con una mano, a la competencia con la otra y al mismo tiempo lograr que sus clientes le miren a los ojos. Aún así es, quizá, el más parecido a Jobs.
Larry Ellison, presidente de Oracle, Steve Ballmer, de Microsoft, o Jack Dorsey, de Twitter, son otros nombres que podrían aspirar a ocupar el lugar de Jobs. Pero ninguno goza, hasta el momento, del calado de Jobs en el imaginario colectivo. El fundador de Apple logró colarse en las casas de todo el mundo. Magia, genio, ingenio o casualidad, fue sin duda la clave para que se convirtiese en una figura mundial tan odiada como idolatrada.
La cesta de las manzanas
Mientras Jobs estuvo vivo no es que no tuviese rivales, que los había, pero él ocupaba casi todo el espacio social dedicado al liderazgo tecnológico. Ahora, con el paso del tiempo, dicho espacio se vaciará y en su lugar podrían situarse una o varias figuras. O puede que no.
En cuanto a Apple, no cabe duda de que su margen de maniobra es el más amplio en diversos sectores. Lidera y marca tendencia en telefonía, tabletas y reproductores de música gracias a iPhone, iPad y iPod además del sistema operativo iOS y su tienda de aplicaciones. Y es un referente en la fabricación de ordenadores de sobremesa, portátiles, ultraportátiles, venta de música e incluso con sus tiendas en todo el mundo.
Pero en el caso de la compañía, la competencia es feroz. Desde Asia, Estados Unidos y Europa la amenaza es constante. Samsung, HTC, Google, Sony, HP… son legión los rivales que quieren morder alguna manzana de las muchas que Apple custodia en su cesto.
Hace más de 45 años que murió Walt Disney, 60 del fallecimiento de Henry Ford y 80 del de Thomas Edison. Los tres fundaron compañías -Disney, Ford y General Electric- que todavía son referentes mundiales y todavía ninguna figura ha logrado ocupar su sitio en cada uno de sus sectores. Con estos precedentes, es más probable que algún rival de Apple logre morder una de sus manzanas a que en las próximas décadas aparezca una figura como la de Steve Jobs en Silicon Valley.
Fuente : http://www.elmundo.es
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